miércoles, 2 de mayo de 2018


PROCESO DE ENGORDE

Los cerdos son explotados y convertidos en máquinas productoras. Partiendo de un colectivo de hembras reproductoras se obtendrán lechones que serán cebados hasta llegar al peso de su sacrificio, habitualmente 100kgs.

Las cerdas son separadas en jaulas individuales durante unos 114 días de gestación. Se mantendrán al lado de sus pequeños entre 21-28 días y luego los lechones serán separados de sus madres para ser agrupados en celdas y cebados hasta que alcancen el peso de sacrificio que alcanzarán con 170-190 días de vida y que les llevará directamente al matadero. Compárense estos 5-6 meses de vida, con los 10-15 años que puede vivir un cerdo en libertad.

Sus madres volverán a su celda y estimularán el celo con inseminación artificial para comenzar un nuevo ciclo productivo que durará entre 2-3 años (7 partos). Una vez ya no sirvan para la reproducción serán enviadas al matadero.

Las cerdas reproductivas son encerradas en "jaulas de gestación", estructuras de hierro donde no pueden girarse ni levantarse durante todo el periodo de gestación. Una vez paridas, permanecen todo el tiempo tumbadas para que sus bebes no dejen de mamar. En libertad, una cerda embarazada recorrería 30km, en promedio, para buscar el lugar ideal para dar a luz a sus pequeños.

Al ser hacinados en cubículos, los cerdos luchan por escaparse mordiendo y golpeando los barrotes metálicos, lesionándose y provocándoles problemas mentales y físicos. Al ser razas genéticamente modificadas para producir más kilos de carne en el menor tiempo posible, alcanzan un peso que sus huesos apenas pueden soportar. Su sufrimiento es constante y muchos padecerán problemas respiratorios debido al hacinamiento y al estrés que les ocasionará la muerte antes de ser transportados camino al matadero.

Según la Ley actual mutilar y lesionar a los animales se considera infracción grave y la sanción puede ser de 600 a 6.000 euros. No obstante hay prácticas permitidas y fomentadas como medidas de "higiene y seguridad", tales como la reducción de dientes, amputación o corte del rabo, castración y anillado del hocico, que se llevan a cabo sin anestesia y que provocan dolor y sufrimiento al animal. Y la ley, obviamente, no las penaliza.
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